Los actores y yo nos reunimos en las oficinas de Cinematograph situadas en el el último piso de la hermosa casa antigua. Ibamos a leer el guión de sonata de otoño juntos. Ingrid Bergman leyó su papel con voz estentórea, haciendo gestos y muecas. Lo traía todo preparado y decidido, bien ensayado ante el espejo. Fue un choque. A mi me entró dolor de cabeza y la script-girl salió del rellano y se echó a llorar horrorizada: nadie había oído una entonación tan falsa desde los años treinta. La estrella había hecho tachaduras por su cuenta y se negaba a utilizar tacos.
Linterna Magica. Memòries d'Ingmar Bergman
3 comentaris:
Després del "sempre ens quedarà París", a la Ingrid Bergman li perdono tot de per vida.
espera, Brian, espera, encara queda el millor...
Un bon amic, que la va anar a veure al teatre a Londres, va sortir xocat, i mai més s'ha recuperat, perquè només recorda d'ella els seus peus, enormes, dominant l'escenari. Ai ves de quines coses em fas recordar! ;)
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